En este post os dejo una joya que conseguí en 2013 cuando me iniciaba en esto de la mediación escolar y tuve la oportunidad de hablar, analizar, reflexionar y compartir con una de las mayores especialistas y pioneras en ese momento, Carme Boqué.
Maestra, Doctora en Pedagogía y actualmente profesora de la Universidad Ramón Llull, sigue en la brecha formando centros en mediación y puedo decir que, en mi opinión, es el referente en mediación escolar actualmente.
Acaba de publicar en 2018 un nuevo libro “La Mediación va a la Escuela” y del que ya podéis leer mi reseña en la sección de libros sobre Mediación Escolar y también adquirirlo desde ahí mismo.
Con este libro, según ella misma me ha trasladado, trata de dar un nuevo impulso a la mediación en los centros escolares. Si en alguna ocasión tenéis la oportunidad de estar en una de sus charlas o formaciones no lo dudéis, es una ocasión única, nadie está a su nivel a la hora de trasmitir los valores, las ideas, las estrategias y todo lo referente a la mediación escolar.
Para quienes no os guste trabajar con audios y prefiráis el texto, os dejo un resumen y unas reflexiones sobre esta entrevista que me hizo un alumno del MOOC que tenía del Proyecto Armonía y que ahora estoy reformando para lanzarlo de nuevo. El autor se llama Gabriel López.
Después de mostrarse gratamente sorprendida por lo consolidado del proyecto de mediación implantado por sus anfitriones (El IES “Ramiro II” de La Robla, León) y de felicitar a los participantes y organizadores por su compromiso, Carme Boqué explica cómo la mediación va varios pasos por delante en Cataluña gracias, en buena medida, al apoyo que la Administración regional viene brindando desde hace tiempo a la mediación escolar. Allí -explica la Señora Boqué- cualquier instituto que decida implantar un proyecto de esta naturaleza recibe el apoyo del departamento de educación, lo que ha permitido que sean ya más de cincuenta los centros que cuentan con un servicio de mediación escolar. Como ejemplo de la fuerza con que esta vía para mejorar la convivencia se está extendiendo en Cataluña, cita Boqué su reciente experiencia en un encuentro sobre mediación, al que acudieron unos 200 alumnos ya formados en mediación y dispuestos a mejorar sus destrezas y a compartir sus experiencias.
Ante la pregunta de si el trabajo de estos equipos de mediación tiene algún efecto sobre el resto de la comunidad educativa, señala que lo habitual es que hasta transcurridos tres años de su puesta en marcha -primero hay que formarse, luego experimentar y, por último, encaminarse hacia dónde quieres- no se perciban los frutos, si bien reconoce que, al poco tiempo de echar a andar, ya se nota una cierta mejoría en el clima del centro, entre los profesores y, sobre todo, entre los alumnos que ejercen de mediadores, quienes perciben cómo crece su popularidad entre sus compañeros. Aporta también datos sobre el porcentaje (en torno al 45%) en que puede llegar a reducirse la conflictividad en los centros que cuentan con este tipo de iniciativas.
Para Carmen Boqué la mediación no es una moda. Y cita para avalar su opinión a un sociólogo francés, para quien el proceso de humanización ha empezado, pero todavía no ha acabado; es más: en los últimos tiempos está creciendo el interés por mejorar nuestra calidad de vida, por vivir en paz y por ser más, no por tener más, metas que la mediación puede ayudar a alcanzar.
Los mensajes que se transmiten a los alumnos en el entorno de la mediación tratan de contrarrestar la omnipresencia de la violencia en los medios y convencerles de que ni las cosas son sólo así ni mucho menos deben serlo. Para Carme Boqué ésta no es una labor estéril, ni sus resultados tienen por qué hacerse esperar tanto; para ella, y siguiendo a mediador francés, la mediación es una suerte de contracultura que puede cuestionar y socavar eficazmente muchas de las actitudes y creencias dominantes (consumismo inmediatez, prisas, violencia, abuso de poder, etc.)
A juicio de Carme Boqué es un gran error concebir la paz como algo pasivo, como un no hacer; muy al contrario, la paz es actuar, implicarse, comprometerse, incluso meterse en conflictos, pero para luchar por la justicia social.
La paz, su búsqueda y su consecución, no es algo utópico, sino cotidiano; algo por lo que podemos trabajar todos los días en nuestro entorno laboral o familiar o con nuestro vecinos, sin necesidad de convertirnos en mediadores en conflictos internacionales. Hablar de paz es, en fin, hablar de diálogo y de democracia.
La señora Boqué suscribe la idea del entrevistador de que la formación en mediación es muy útil para mejorar las relaciones cotidianas de pareja, familiares, etc.; es decir, una herramienta muy eficaz no sólo para resolver conflictos, sino para mejorar la convivencia.
Reflexiones sobre la entrevista:
Son tres los aspectos que me parecen especialmente interesantes entre lo mucho que tiene de aprovechable esta entrevista.
El primero tiene que ver con la visión de la mediación como una contracultura, como un movimiento que, pacíficamente, trata de cambiar muchos de los aspectos no sólo indiscutidos, sino inconscientes de nuestro modo de percibir el mundo y de actuar ante él, como son el consumismo, la inmediatez, las prisas, la violencia, el abuso de poder, etc. Comparto la tesis expuesta en la entrevista de que la difusión -no sólo por la comunidad educativa, sino también por todos los ámbitos en que padres, alumnos y profesores interactúan cotidianamente- de los valores, actitudes y destrezas que caracterizan la cultura de la mediación, puede llegar a ser un medio eficaz para, primero, ayudar a quienes participan de la misma a percatarse de que la realidad no es como nos la muestran los medios, y, segundo, para demostrar con modestos pero elocuentes ejemplos que no es imposible mejorarla. Es ese potencial de la mediación para remover certezas y propiciar el cambio pacífico hacia un marco de convivencia en que la confianza y el respeto sustituyan al recelo y la resignación, lo que constituye ese carácter contracultural de la mediación que tan oportunamente destaca Boqué.
El segundo aspecto laudable es el énfasis expuesto durante la entrevista en el ingrediente activo del pacifismo: la paz no es algo que cae del cielo, sino algo que cada uno puede contribuir a crear; no esperando, sino actuando; no quejándose de lo que hay, sino trabajando para que lo próximo sea mejor. Y ello sin miedo a involucrarse en conflictos ya abiertos ni a provocar el surgimiento de otros nuevos, pues -y esto es otra idea muy valiosa que se desliza en la entrevista- el conflicto tiene tal potencial transformador de las relaciones, enriquecedor de las perspectivas y dinamizador de las actitudes, que cometeríamos un grave error si, identificándolo con la violencia, o enfatizando sólo sus aspectos negativos, optáramos siempre por evitarlo.
La última idea a la que quisiera referirme es la de la cotidianeidad de la mediación, ese carácter asequible y cercano, no utópico ni heroico de la misma, que permite a quienes conocen sus fundamentos y practican sus técnicas no sólo ayudar a otros a resolver sus conflictos, sino mejorar las relaciones que diariamente mantienen con su familia, compañeros, vecinos, etc. Conocer los principios y las herramientas de la mediación proporciona, pues, un bagaje útil para todo aquél que quiere mejorar la convivencia en su entorno, tanto si las disputas son ajenas como si le afectan personalmente, lo mismo si aspira a ayudar a los demás a prevenir y encauzar pacífica y constructivamente sus disputas, como si pretende hacer del diálogo, el respeto y la apreciación de los puntos de vista, creencias, miedos, deseos y expectativas de quienes le rodean una referencia de su conducta.
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