Estamos en un momento de la historia de la mediación en la que esta estrategia o técnica de mejora de la convivencia y resolución pacífica de conflictos vuelve a tomar fuerza en el ámbito escolar.
Quizás la polarización de la vida pública y política nos despierta en los educadores la necesidad de que nuestros estudiantes de ahora, ciudadanos adultos del mañana, aprendan otras formas de relación y comunicación que fomenten más consensos a partir de la diferencia y menos conflictos.
Últimamente me llegan solicitudes para la colaboración en diversas iniciativas en este sentido desde España y desde otros países como Uruguay, México, Chile, Colombia o Ecuador, y una de las dudas más reiteradas se refiere a los procesos de implementación de los programas de Mediación Escolar.
Ya hemos hablado de programas como el estadounidense de Johnson & Johnson pero en este post voy a intentar resumiros las principales etapas que plantea una de nuestras expertas de referencia, profesora en nuestro curso de Escuela de Mediación, Mª Carme Boqué, y que tenéis en su publicación “La mediación va a la escuela”, referenciada en nuestra sección de libros y que, sin duda, es una de las publicaciones más actuales en el campo de la Mediación Escolar.
Contexto educativo y programa de mediación
Lo primero que nos plantea Carme Boqué es la necesidad de buscar la contextualización de cualquier modelo que vayamos a implementar en el ámbito educativo. No hay dos centros educativos iguales porque, entre otras cosas, las personas que los integran son diversas y diferentes, sus formas de funcionamiento también, sus espacios, sus normas, etc.
No obstante, es bien cierto, que los modelos teóricos nos muestran el camino y nos clarifican los elementos más importantes para poder tener éxito, y son tan necesarios como la propia práctica.
Una vez que el profesorado o la dirección del centro hemos decidido desarrollar un proyecto de mediación en nuestra escuela es muy importante tener claro que se trata de un proceso a medio o largo plazo. Incorporar la mediación a la gestión diaria de algunos conflictos, y sobre todo lo que Carme Boqué denomina “la cultura de la mediación” es una tarea de al menos tres cursos escolares.
Etapas del modelo de Carme Boqué
Concienciar y convencer a la Comunidad Educativa
Tenemos que realizar una buena campaña informativa que llegue a todos los sectores: profesorado, alumnado, familias y personal no docente. Hablaremos de qué es la mediación, cuáles son sus beneficios, cómo funcionará el sistema, etc.
En esta fase, el equipo docente que dirige el proyecto también debe hacer una reflexión sobre puntos fuertes y debilidades respecto a cuestiones como los recursos, los tiempos, los espacios, las personas a las que se dirige, etc.
Seleccionar a los futuros mediadores
Este elemento puede hacerse de forma posterior al primero o como parte de las decisiones iniciales del equipo del proyecto en relación con el despliegue de este. Decidiremos si vamos a formar solo estudiantes, de uno o varios niveles educativos, o haremos una capacitación mixta en la que incluiremos a profesores, a familias y a personal no docente.
Capacitar al equipo mediador
El tiempo mínimo para una formación inicial de los mediadores escolares será de 20 horas según Carme Boqué.
Es un proceso formativo que se hace en horario no lectivo y que exigirá un esfuerzo y un compromiso que representará una primera forma de selección de los candidatos. Este horario también permitirá que otras personas de la Comunidad Escolar puedan formarse como mediadores.
Es aconsejable que estas sesiones de capacitación sean con una metodología de talleres donde se vayan trabajando de forma teórico-práctica las diferentes habilidades y técnicas
Diseñar el funcionamiento del servicio de mediación
La puesta en práctica del sistema de mediación nos obligará a poner en funcionamiento y decidir sobre un primer modelo. La gestión de los casos y la práctica de las mediaciones no obligarán a realizar ajustes del sistema de funcionamiento.
También son muy importantes en este momento, según Boqué, definir algunos elementos clave para el éxito:
- La elección de una persona coordinadora del equipo mediador, formada, motivada, activa y convencida.
- Habilitar un espacio físico para realizar las mediaciones. Una sala o aula de mediación.
- Establecer con claridad el procedimiento y la forma de solicitar la mediación, el lugar, los documentos, las personas que pueden solicitarla, etc.
- También es necesario definir qué clases de conflictos podrán ser mediados. Os aconsejo la lectura de otro post anterior, Ejemplos de conflictos escolares: tipología y estrategias de resolución, que puede clarificaros algunas cosas al respecto.
Respecto a este cuarto punto, recuerdo cuando iniciamos nuestro proyecto en el IES “Ramiro II” que tratamos de realizar las mediaciones durante los tiempos de recreo, de patio, cuando los estudiantes están en el descanso durante la mañana.
Nos dimos cuenta de que era del todo imposible y que las mediaciones necesitaban al menos de una hora lectiva y no de treinta minutos que era el descanso. Modificamos el proceso y ahora los descansos nos sirven para las premediaciones que hacemos con las partes por separado y las mediaciones, se realizan en una hora de clase lectiva.
Esto representa, sin duda, un compromiso del centro que debe estar recogido en los documentos institucionales como son el proyecto educativo, reglamento de normas, etc.
De esta forma el sistema no dependerá de las personas que puedan estar en un momento o en otro, sino que la mediación escolar y su funcionamiento serán parte estable de la vida y el modelo educativo de nuestra escuela.
Presentar y publicitar el equipo y el servicio de mediación
Muchos de los elementos contenidos en las etapas anteriores deberán formar parte de la campaña de comunicación e información a toda la comunidad escolar que deberemos hacer antes de comenzar las mediaciones.
En este sentido la utilización de las RRSS e Internet serán un gran aliado que facilitará este trabajo. La creación y colocación de cartelería en el propio centro escolar también es muy aconsejable.
En el “Ramiro II” existe un cartel con la foto del Equipo de Mediación en todas las aulas y en todos los pasillos.
Realizar las primeras mediaciones
Para llegar a este momento es importante haber pasado por los anteriores y que la comunidad educativa esté familiarizada con nuestro servicio de mediación.
Los primeros casos serán conflictos entre estudiantes que, si el profesorado conoce bien el sistema, será quien aconseje la utilización de la mediación.
Los tutores y tutoras de los grupos, los propios alumnos y alumnas del equipo mediador, la jefatura de estudios, deben ser proactivos a la hora de informar y ayudar a las personas en conflicto, ofreciéndoles la mediación.
Evaluar y mejorar el sistema
La formación de mediadores nunca termina y cada cierto tiempo, al menos una vez al trimestre, la persona que coordina el equipo de mediación debería realizar alguna sesión de refuerzo y aprendizaje de nuevas técnicas.
Esos momentos también deben servir para reflexionar y evaluar sobre el funcionamiento del sistema que hemos diseñado.
También nos ayudará a establecer los ajustes necesarios para definir el modelo definitivo del servicio de mediación, que incorporaremos a los documentos institucionales del centro previa consulta al claustro de profesorado y con la aprobación del Consejo Escolar.
Mantener y extender la mediación escolar
Por último Carmen Boqué nos dice que: El mantenimiento del servicio de mediación es tanto o más importante que su creación y debe tomarse en serio si se pretende que la mediación se instaure en la cultura del centro y devenga un elemento valioso para su buen hacer.
Nuestro proyecto de mediación debe ser algo vivo, dinámico y flexible y que los medidores que van abandonando el equipo sean sustituidos por otros de nueva formación.
También la motivación de los mediadores debe ser mantenida en el tiempo y la realización de actividades formativas de intercambio con otros centros escolares, la asistencia a jornadas y encuentros, la realización de excursiones específicas para los mediadores como refuerzo positivo a su trabajo por la convivencia escolar, deben ser elementos del propio proyecto.
También Carmen Boqué nos apunta que la extensión de la mediación podría ir más allá de la propia práctica de la medición en conflictos de violencia visible, e intentar llegar a trabajar sobre las violencias estructurales y culturales para conseguir una verdadera transformación de la cultura escolar.
La autora nos deja un apunte final sobre la posibilidad de establecer varios niveles de capacitación dentro del equipo mediador: Aprendiz, participante, veterano, experto y asesor.
Según la competencia demostrada, las horas de capacitación, las mediaciones realizadas, el monitoreo a nuevos mediadores, etc.
La propuesta de Boqué para la implementación de la mediación escolar abarca muchos aspectos importantes, de los que dependerá el éxito de nuestro sistema y de nuestro modelo.
Será el equipo de profesores y profesoras quienes llevarán el peso de un proyecto como este en el que, sin duda, podrá participar toda la comunidad escolar.
El conocimiento de modelos teóricos de desarrollo de la mediación escolar, como el que os he presentado en este post, son imprescindibles para crear un proyecto exitoso y transformador de mediación en nuestra escuela.